Millones de bacterias están aprendiendo a defenderse de los medicamentos. ¿Estamos frente a una crisis silenciosa que amenaza la salud global?
“Hay bacterias que ya no podemos eliminar con los medicamentos de siempre. La resistencia se ha vuelto cotidiana. Esto no es ciencia ficción, es nuestra realidad clínica”, advierte el Dr. Sandro Villarroel Franco, bioquímico clínico, mientras revisa un antibiograma que revela la resistencia de una bacteria común a varios antibióticos.
La resistencia bacteriana no es una advertencia, es una amenaza que ya está presente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2050 las infecciones provocadas por bacterias resistentes podrían causar hasta 10 millones de muertes al año, superando al cáncer. Esta crisis sanitaria tendría también un fuerte impacto económico y ha sido reconocida como una de las principales amenazas para la salud pública global.
¿Qué es la resistencia bacteriana?
La resistencia bacteriana ocurre cuando las bacterias evolucionan para sobrevivir a los antibióticos diseñados para matarlas. “Las bacterias producen compuestos químicos, como enzimas, que inactivan la acción del antibiótico. Esto les permite sobrevivir y multiplicarse”, explica el Dr. Villarroel.
Lo que antes se resolvía con una simple receta, hoy puede convertirse en una larga batalla médica. Las infecciones resistentes afectan no solo a pacientes hospitalarios, sino también a personas en la comunidad. Se han identificado bacterias resistentes en ambientes tan diversos como hogares, centros de salud e incluso en los alimentos.
Causas múltiples: Del consultorio al hogar
“El mal uso de antibióticos es una de las principales causas: pacientes que interrumpen el tratamiento, que no respetan los horarios o que se automedican, dan lugar a que las bacterias aprendan a resistir”, afirma Villarroel.
La OMS coincide en que la automedicación, la prescripción inadecuada y el uso excesivo de antibióticos en animales destinados al consumo humano son factores clave que contribuyen a la propagación de la resistencia. El uso inapropiado sigue siendo uno de los errores más extendidos en la salud pública mundial.
Foto: El uso de los medicamentos
¿Cómo se detectan las bacterias resistentes?
Cuando un paciente presenta una infección, el laboratorio clínico realiza un cultivo de la muestra afectada (como sangre, orina o secreciones), y posteriormente un antibiograma. Esta prueba expone a la bacteria a diferentes antibióticos para determinar a cuáles es sensible y a cuáles es resistente. “A veces, no hay sensibilidad a ninguno de los antibióticos convencionales, y eso es muy preocupante”, señala Villarroel.
Las infecciones resistentes más comunes
Las infecciones urinarias, respiratorias y de heridas quirúrgicas son algunas de las más afectadas por la resistencia. En los hospitales, el problema se agrava. “Uno de los ejemplos más conocidos es el Acinetobacter baumannii, una bacteria que sobrevive a múltiples tratamientos y es muy común en ambientes hospitalarios”, agrega el especialista.
Automedicación, el error silencioso
Los antibióticos no curan gripes ni resfriados comunes, ya que estas enfermedades son causadas por virus. Sin embargo, muchas personas recurren a ellos para tratar cualquier síntoma. Como advierten los expertos: “La gente toma antibióticos como si fueran caramelos, sin saber que pueden estar debilitando su eficacia para cuando realmente los necesiten”.
El estancamiento en la industria farmacéutica
En los últimos diez años no se han desarrollado nuevos antibióticos revolucionarios. Esta falta de innovación se debe, en parte, a que estos medicamentos no resultan rentables para la industria farmacéutica, ya que se usan por períodos cortos y bajo estrictas restricciones.
¿Qué se puede hacer?
Desde el ámbito médico, el primer paso es educar a la población. “Veo a diario pacientes que ya han tomado antibióticos sin receta. Hay mucha desinformación. Necesitamos concientizar sobre el uso adecuado de estos medicamentos”, insiste Villarroel.
Los profesionales en salud también tienen una gran responsabilidad: deben practicar una prescripción responsable, promover la atención farmacéutica y asegurar el seguimiento de los tratamientos. Estas acciones pueden ayudar a frenar el avance de la resistencia.
Un llamado a la conciencia
El mensaje es claro y urgente. “Sobre todo los jóvenes deben ser conscientes. Si cuidamos cómo usamos los antibióticos hoy, podremos proteger nuestra salud en el futuro. No queremos ser portadores de bacterias que ya no se pueden tratar”, concluye el Dr. Sandro Villarroel.
La resistencia bacteriana ya no es un riesgo teórico; está presente y avanza cada vez que un antibiótico se usa sin control. La batalla por preservar la eficacia de la medicina moderna se libra en laboratorios, hospitales y también en los hogares, donde un simple blíster de antibióticos mal administrado puede tener consecuencias globales.
Datos: El trabajo fue realizado para la materia de Periodismo II de la Universidad Mayor de San Simón