El "pan de batalla", la tradicional marraqueta crujiente que acompaña el desayuno de los paceños, se ha convertido en un artículo de lujo y escasez. Panificadores de La Paz y El Alto han suspendido la producción del icónico pan debido a la falta crónica de harina subvencionado por el Gobierno, poniendo en jaque el precio controlado del producto.
La crisis es palpable en los mercados. Las tiendas reportan que, ante la ausencia de marraqueta, los consumidores deben conformarse con otras variedades, como la "sarnita" o el pan redondo. "Marraqueta no hay. Ya son tres días que no están haciendo," lamentó una vendedora, reflejando el desabastecimiento generalizado.
El detonante de la escasez es la supuesta falta de cumplimiento de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) en la entrega de la harina a precio preferencial.
Ante este panorama, los panificadores se declararon en emergencia y advierten que el pan, cuyo precio se ha mantenido en 50 centavos gracias al control estatal, podría duplicar su valor y venderse a Bs 1 o incluso Bs 1,40 por unidad, una decisión que se coordina a nivel de las federaciones del sector.
La situación de Emapa se complica aún más con el reciente anuncio del ministro interino de Desarrollo Productivo, quien ha ordenado la intervención de la estatal para investigar denuncias de presunta corrupción y establecer su situación económica antes de definir una postura sobre la continuidad de la subvención.
La marraqueta, un símbolo de la identidad paceña, enfrenta su propia "batalla" de supervivencia. Mientras el Gobierno llama a no especular y pide paciencia, las familias bolivianas buscan el pan de cada día con el temor a un alza inminente.