Pese a bloqueos, escasez de diésel y amenazas a sus plantas, la industria oleaginosa asegura que continúa abasteciendo aceite comestible al mercado interno. Sin embargo, advierte que la situación es crítica y que urge una respuesta estructural para evitar un posible desabastecimiento. Según Jorge Amantegui, presidente de la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob), el sector hace esfuerzos extraordinarios para mantener la distribución en condiciones adversas.
Aunque el flujo de producto se mantiene, el aceite desaparece rápidamente de los puntos de venta. El motivo, señala Caniob, es la especulación y el contrabando a la inversa: personas compran el aceite a precio regulado y lo desvían al mercado informal o lo sacan del país, afectando directamente la disponibilidad para el consumidor boliviano.
Los conflictos sociales y logísticos también agravan el panorama. En junio, los bloqueos dificultaron el traslado de materia prima y producto terminado, afectando especialmente a ciudades como La Paz y Santa Cruz. A esto se suma la escasez de diésel, que ralentiza el transporte, y las protestas sociales, como la toma simbólica de la planta de FINO en Cochabamba por parte de un comité vecinal.
Frente a este contexto, la industria plantea revisar el precio regulado del aceite, argumentando que los valores actuales favorecen el desvío ilegal más que al consumidor. También exige una mayor presencia del Estado para controlar la especulación en los mercados y garantizar que el producto llegue a los hogares bolivianos.
Finalmente, Caniob reafirma su compromiso con la seguridad alimentaria del país, pero advierte que sin una respuesta coordinada del Gobierno, los esfuerzos del sector privado serán insuficientes. Llama a trabajar en soluciones estructurales para proteger la producción nacional y asegurar el abastecimiento sostenible del aceite comestible.