Abraham Ortega, de 28 años, fue hallado sin vida con claros signos de tortura y 16 impactos de bala en el kilómetro 47 de la carretera Santa Cruz–Cochabamba, en el municipio de Yapacaní. Las autoridades han confirmado que Ortega era cuñado de Ariel Villarroel Calle, sindicado de liderar una peligrosa organización criminal dedicada al sicariato, extorsión, secuestro y narcotráfico en el trópico de Cochabamba.
La principal línea de investigación apunta a un ajuste de cuentas relacionado con el manejo de recursos ilícitos, específicamente aquellos provenientes de secuestros y extorsiones llevados a cabo por bandas que operan en la zona.
El viceministro de Régimen Interior y Policía, Jhonny Aguilera, vinculó directamente el crimen con las actividades de Villarroel. "El uso excesivo de la violencia en esta muerte y el hecho de que era cuñado de Ariel Villarroel, quien lidera las bandas organizadas para extorsión, sicariato y secuestros en el Chapare, nos permite relacionar este hecho con delitos de secuestro, sicariato y extorsión vinculados al narcotráfico", señaló Aguilera.
Preocupación por la Impunidad en el Trópico
Aguilera también manifestó su preocupación por la falta de presencia estatal en el trópico de Cochabamba, lo que, según él, dificulta las investigaciones y favorece el encubrimiento de delitos graves. Advirtió sobre acciones destinadas a impedir la intervención del Estado en la región, lo que permite que actividades delictivas se "socapen" con la intención de "generar un gobierno paralelo desconociendo la normativa constitucional y legal del país".
Como ejemplo de este clima de impunidad, el viceministro mencionó el linchamiento de dos personas en Shinahota.
Las investigaciones sobre el asesinato de Ortega continúan con el objetivo de identificar a los responsables materiales e intelectuales del crimen, así como determinar cómo se organizó el traslado del cuerpo desde el Chapare hasta Yapacaní.