Lo que comenzó como una alianza improbable entre poder y dinero ha terminado en una confrontación pública sin filtros. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Elon Musk, el magnate tecnológico, han roto su vínculo político con una guerra de declaraciones, acusaciones y amenazas.
Durante meses, Musk fue una figura clave en el gobierno con su Departamento de Eficiencia Gubernamental, despidiendo empleados y cerrando agencias. Pero su reciente salida del gabinete marcó un punto de inflexión. Las críticas de Musk a la ley presupuestaria republicana y sus insinuaciones personales contra Trump destaparon el conflicto.
Trump no se quedó atrás y contraatacó insinuando el fin de los contratos gubernamentales con empresas de Musk. La tensión escaló al punto de afectar incluso a los mercados: las acciones de Tesla cayeron un 14%.
Ahora, mientras Musk apoya a legisladores que desafían al presidente y amenaza con influir en futuras elecciones, los republicanos enfrentan una presión inesperada. Los demócratas, por ahora, observan desde la distancia, conscientes de que este choque de titanes podría debilitar a su rival común.
Lo que venga después será tanto político como personal, con consecuencias que podrían sentirse mucho más allá de Washington.
Datos: BBC