El montañista boliviano Hugo Ayaviri alcanzó la cima del Manaslu (8.163 metros), la octava montaña más alta del planeta, ubicada en la cordillera del Himalaya, Nepal. Este es su séptimo “ochomil”, un logro que lo coloca entre los alpinistas sudamericanos más destacados y que marca un hito histórico para Bolivia.
El ascenso no fue sencillo. Tras más de dos semanas de aclimatación, Ayaviri enfrentó temperaturas bajo cero, fuertes vientos y nevadas intensas. Partió desde el Campo 4, a 7.400 metros de altura, y tras casi diez horas de esfuerzo continuo llegó a la cima, agotado pero con la bandera boliviana en alto. “Nuestra tricolor está en lo más alto, querida Bolivia”, dijo en un mensaje grabado desde la cumbre.
Lo que hace aún más admirable su hazaña es que decidió realizarla sin oxígeno suplementario ni ayuda de sherpas, cargando personalmente todo su equipo. Esta modalidad, reservada solo para los montañistas más experimentados y resistentes, aumenta el riesgo de fatiga extrema, desorientación e incluso la muerte, pero Ayaviri la eligió como un desafío personal y deportivo.
Con esta conquista, Ayaviri suma la mitad del reto que se ha trazado: completar los 14 ochomiles del mundo, un club exclusivo al que muy pocos alpinistas han logrado ingresar. Entre sus próximos objetivos están el Everest (8.849 m), el techo del planeta, y el Kanchenjunga (8.586 m), uno de los más difíciles por sus condiciones extremas.
El boliviano, que ya había escalado montañas como el Broad Peak, Gasherbrum I y II, Shisha Pangma, Cho Oyu y Nanga Parbat, reafirma su compromiso de representar al país en lo más alto del montañismo mundial. Su trayectoria inspira a nuevas generaciones de deportistas bolivianos a soñar con retos que parecían inalcanzables.